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Mundo de Cronopios

MÚSICA

Poder decir adiós es crecer

Poder decir adiós es crecer

Existen bandas y/o cantantes que pasarán a formar parte de tí mismo, es más, podría decirse que son éstos quienes se encargarán de musicalizar el soundtrack de la película de tu vida. Gustavo Cerati visitó el Perú hace muy poco y el resultado fue un concierto impactante que hasta ahora mis sentidos no han dejado que se pierda.

El músico argentino es uno de mis favoritos y puebla mis recuerdos más tempranos, escucharlo y verlo se me termina haciendo entrañable siempre. A pesar de que Soda Stereo es una de las bandas de mi niñez (y no creo que en nuestra lengua haya existido alguna capaz de opacarla) cada vez estoy más convencido que la música del Cerati solista es muy superior a la que hacía con Zeta Bosio y Charly Alberti. 

Nunca pude ver un concierto de Soda. Era muy chico las veces que vinieron en la década de los ochenta y cuando pisaron Lima la última vez (en 1995) una terrible varicela me tumbó a la cama y dejé pasar ese acontecimiento con sumo pesar. Tenía 14 años y pude perfectamente haber asistido. 

Luego de la disolución del trío en 1997 y entendiendo que fue Gustavo quien decidió apurar el adiós por tener una visión muy particular de la música que ya no compartía con sus demás compañeros, me sumergí en la búsqueda de sus trabajos personales. Quedé prendado. 

“Colores Santos” (1992) es un gran trabajo que realizó junto a Daniel Melero y es uno de mis discos de cabecera, allí me di cuenta que Cerati tenía vida más allá de Soda y una necesidad personal de explorar su talento sin la sombra del existoso grupo que alocó a la juventud de esta parte del mundo en los ochentas.   

En 1993 editó “Amor Amarillo” como un aviso de que ya necesitaba espacio propio y, luego de la mencionada desintegración de Soda, se dio su tiempo para trabajar sus producciones en las que pudo experimentar y evolucionar sin miramientos. Es así como “Bocanada” (1999), “Siempre es hoy” (2002) y la última placa “Ahí vamos” (2006), nos entrega a un músico maduro, comprometido con su filosofía musical y que aún tiene mucho por dar. 

Como es obvio, la música de Cerati está alejada de las estaciones de radios comerciales, algo impensado cuando integraba aquel Soda Stereo de los grandes hits. A pesar de ello, los hinchas de Gus (muchos menos que cuando integraba el mítico trío) conforman una legión apasionada en diferentes partes de Latinoamérica y que lo admira más con el paso de los años. 

Hoy, con 46 años a cuestas, Gustavo Cerati puede darse el lujo de tocar y componer sacándose la sombra de un grupo en el que supo ser feliz, pero al que tuvo que abandonar para embarcarse en la lucha por perseguir sus ideales. Total, como él mismo dice, “separarse de algo o alguien a lo que se quiere no es soberbia, es amor. Poder decir adiós es crecer”.